Buenos días, soy el Técnico de Arnet

Así me presenté por años en los domicilios de cientos de clientes de la empresa que daba conexión domiciliaria de internet en Argentina.

Módem SmartAX MT810 USB de Telecom

Comencé a trabajar en 2008 y hasta 2017 continuamos aunque desde 2015 tuvimos una fuerte caída en la cantidad de servicios instalados.

Recuerdo miles de experiencias de aquel entonces pero lo que más recuerdo es mi pasión por investigar y meterme en los modems para mejorar la experiencia final del cliente y, al mismo tiempo, compartir mis hallazgos con otros técnicos para que cuenten con toda la información (con la que no contaba yo, al comenzar a trabajar en campo).

La práctica y la experiencia que se adquieren en un trabajo con tanto dinamismo es invaluable.

Recuerdo que no me gustaba trabajar «en la calle» y, sin embargo, la necesidad de trabajar me llevó a buscarle la vuelta al asunto para que me guste ya que, de tener que hacerlo por mucho tiempo, es obvio que era mejor adaptarse y buscar el modo de pasar el tiempo de trabajo lo mejor posible.

La zona que me tocó cubrir era la zona norte mayormente del ramal tigre: Beccar, Victoria, Virreyes, San Fernando, Carupá, Rincón de Milberg, Nordelta, Troncos del Talar, Pacheco, Don Torcuato, Adolfo Sordeaux, Vicealmirante Montes, y quizá me quedaron un par en el tintero porque en ocasiones tenía que cubrir a otro técnico en San Martin, Caseros, etc. También las estaciones de Punta Chica, Marina Nueva, San Fernando R, Canal, Delta.

Por todos esos lugares me movía mayormente. Sin vehículo y en transporte público.

En ocasiones, cubría largas distancias caminando porque no existían colectivos que me acercaran o, porque debía abaratar costos para llevar comida a mi casa, y gastar en 3 colectivos cuando tenía el tiempo suficiente para hacerlo a pie, parecía exagerado en la necesidad.

Recuerdo casos en donde ingresaba a hogares de familias adineradas en donde era tratado con mucha consideración por el personal doméstico y también por sus dueños.

Recuerdo otras ocasiones en donde sufría humillaciones gratuitamente por ser la cara de una empresa de servicios con los cuales, se encontraban disconformes al momento de mi llegada y, si todo salía bien, al salir cambiaban de opinión y comprendían que había fallas fuera de mi alcance.

Mis tareas eran limitadas, lo que me impedía hacer cualquier trabajo por fuera del domicilio del cliente.

Sólo podíamos hacer la tarea de verificar el estado de la señal de internet, configurar la conexión de los equipos, en algunos casos instalar el driver de los modems más viejos, hacer cambios de contraseña, cambiar modems defectuosos, corregir algún cableado telefónico interno del domicilio que estuviese dañado (los gatos eran los más interesados en morder cables telefónicos).

Lo cierto es que, en ocasiones, encontraba fallas extrañas. Un cable de teléfono enchufado en el módem en la entrada del cable de red. Algo usual de ver en clientes que no estaban habituados al equipo.

En algunos de esos casos resultaba interesante ver que, aún cuando la falla era responsabilidad de una mala conexión de un cable en un lugar en donde no entraba, responsabilizan a la empresa por este error.

En otras ocasiones tenían razón pues hacia semanas que estaban reclamando por una situación y me tocaba visitarlos cada 7 días en cada nueva visita por problemas que yo no podía resolver, y era obvio que la gente no lo tomara bien.

Pero lo aprendido técnicamente me fascinaba.

Cómo poner un módem en modo bridge, cómo administrar el DHCP, como configurar aperturas de puertos, como descubrir la contraseña de los equipos….

Eso fue interesante.

Cuando un equipo tenía un problema y había que cambiarlo, la contraseña no estaba visible. Y muchas veces el cliente no la tenía anotada. ¡Esto nos suponía una pérdida de tiempo enorme!

Porque para poder pedir la contraseña teníamos que llamar a un call Center (Mesa de ayuda) pero no siempre tenían la clave registrada en el sistema, por lo que había que pedirle una nueva clave al operador y muchas veces el cambio tardaba en impactar.

Finalmente un compañero descubrió que era posible recuperar la contraseña mirando el código fuente de la página de login.

Era un método tan sencillo que daba gracia.

Lo cierto es que eso luego se modificó porque internet ya no se validaba por usuario y clave, sino que validaba automáticamente por la línea telefónica. Pero durante un par de años nos sirvió como método para ahorrarnos esa pérdida de tiempo en llamadas y esperas.

Sólo recordé aquella época y no puedo dejar de pensar en las calles recorridas en Virreyes, Victoria, Tigre y cómo terminé conociendo la zona de memoria, haciendo amigos y amigas con clientes que me requerían luego para otros trabajos de reparación de PC, configuraciones, etc.

Gente de todos los niveles sociales, altos, bajos, medios, y en todas las categorías conocí gente muy educada, muy amable y también generosa.

Recuerdo un día que me tocó entrar en la Villa El Ahorcado, en Rincón de Milberg, del otro lado del country Hacoaj, cruzando la calle Santa María de las Conchas y adentrándome en la zona que otros técnicos preferían evitar cancelando las visitas e informándolas como «zona peligrosa».

Allí, una familia en pleno invierno me recibió como un rey, me sentó a su mesa y me convidó un rico guiso de mondongo. Me ofrecieron vino pero me negué porque tenía que seguir trabajando. Entonces el hombre me regaló una botella de un litro de Fernet Branca para que lleve a mi casa.

Gente de gran corazón, agradecida…

Creo que nuestro país tiene tanta gente linda esperando detrás de cada puerta que sólo es necesario darnos esa oportunidad de recorrer y conocer.

Trabajar como técnico de Arnet fue un privilegio pero mucho más grande privilegio fue poder dar mi mejor servicio a cientos de familias.

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